martes, 12 de mayo de 2020

Fate of Norns - Amon Amarth


Por: Wendy Paola Rodríguez 

Tres nornas cuidan del Yggdrasil pues en sus ramas medias habitan los hombres, todas ellas tejen tapices de sus destinos en sus raíces: Urðr [lo que ha ocurrido, el pasado], Verðandi [lo que está ocurriendo, el presente] y Skuld [lo que es inevitable o necesario que ocurra, el futuro]; de manera que, todos los períodos de tiempo se encuentran enlazados, son las fibras del hilo que corresponde a cada vida en el telar y todos los hilos se entrelazan también. En la canción, un fragmento del coro dice: “The fate of Norns await us all, there is no way to escape” [El destino de las Nornas nos espera a todos, no hay forma de escapar] pues son las Nornas las que dan determinación al destino, es la representación que emana del tejer: el acto de dar forma a lo indeterminado [el tiempo].
La historia de Fate of Norns es la de un jarl que ha apresurado el rito de paso de su hijo de seis años a la adolescencia al llevarlo a una expedición en la que muere de hipotermia; así, nos dice: “I carry him to my ship, he seems to be asleep; ut the deep blue colour of his lips is enough to make me weep” [Le llevo en mi nave, parece estar dormido; pero el profundo color azul de sus labios es suficiente para hacerme llorar].
Frente a la muerte está el dolor que trae consigo la comprensión de la finitud. Aunque la muerte ha de ser el destino a futuro, lo inimaginable e inesperado; en esta historia la muerte es un presente inminente que golpea la vida para dar espacio total al entendimiento de la finitud: “No man should have to bury his child; yet this has been my share. The tears I shed run bitter and wild, it's a heavy burden to bear” [Nadie debería tener que enterrar a su hijo; sin embargo, esta ha sido mi parte. Las lágrimas que derramo corren salvaje y amargamente, es una pesada carga a soportar]. Realmente, la muerte es una carga pesada para quien vivo aún debe llevarla al entendimiento, cargarla al inteligir, debido a que es sólo un presente momentáneo y lejano para quien habita las dimensiones de la vida y no como el presente absoluto que le corresponde a quien ha cruzado las dimensiones de la muerte; el vivo conoce a la muerte desde la distancia del futuro, es decir, lo que todavía no ha sido.
Lo que queda es el sentimiento angustioso por otorgar sentido a lo desconocido; el jarl le clama al dios que ha negociado con las Nornas anteriormente (Odín), sacrificando uno de sus ojos, el conocimiento del cosmos para pedir una luz de saber: “Allfather! ¿What fate has been given me? ¿Why must I suffer? ¿Why must I feel this pain? Allfather! Life has lost it's meaning to me, I think I'm going insane!” [¡Padre de todos!, ¿Qué destino se me ha dado? ¿Por qué debo sufrir? ¿Por qué debo sentir este dolor? ¡Padre de todos! ¡La vida ha perdido su significado para mí, creo que me vuelvo loco!]. Así, aquel que ha muerto parece dormido y el vivo es quien despierto tiene nexo con lo real, es quien puede intentar conocer y temer.
Por otro lado, en la mitología nórdica, el suceso de la muerte definía la trascendencia del alma; sólo dos opciones se presentaban para esta: la eternidad gloriosa en el Valhala (reino de Odín) tras una muerte valiente –regularmente en la guerra– o la errante divagación en el oscuro Hellheim (reino de Hel) tras la muerte natural –en este caso, causada por la hipotermia–; por esto, el coro completo dice: “The fate of Norns await us all, there is no way to escape: the day to answer Oden's call or walk through hell's gate” [El destino de las Nornas nos espera a todos, no hay forma de escapar: el día para responder al llamado de Odín o caminar a través de la puerta de Hel].
Aquí, la dignidad es el tema tras bambalinas que tiene que ver con la vida y con la muerte; puesto que, el primer rito de iniciación en la cultura nórdica es la elección del nombre en el que el recién nacido es presentado a Thor (dios de Miðgarðr, tierra de los hombres) para ser reconocido y bienvenido a la vida en una condición de vida digna, de otro modo sería negado y abandonado a la intemperie (en casos de malformación o discapacidad). En este primer rito de paso, se acostumbraba que quien presentará al neo nato fuese su padre, para ello lo cargaba contra su pecho y designaba el nombre con el signo de Thor, la T invertida a modo del martillo Mjölnir; por este motivo, en la canción se hace significativo este detalle como un cierre del ciclo en memoria de la tradición: “His body feels so light in my arms, his skin is pale as snow; yet his weight feels heavy in my heart as my sadness continues to grow” [Su cuerpo se siente tan ligero en mis brazos, su piel es pálida como la nieve; sin embargo, su peso se siente pesado en mi corazón como mi tristeza que sigue creciendo].
La vida digna parecía ser el destino para un noble heredero y las Nornas lo han trastocado a pesar de lo que cualquier hombre pudiese hacer o desear; así pues, el destino sobrepasa a los mortales y es impredecible e incontrolable. Aquí, el afán de apresurar un rito de adolescencia como la razón de iniciar con prontitud al próximo rey: “My first-born was he and the last of my kin, the last one to carry my name. Death smiled at him its deadly grin, there is no one for me to blame” [Mi primogénito fue él y el último de mis parientes, el último en llevar mi nombre. La muerte le sonrió con su mortal sonrisa, no hay nadie a quien culpar]. La dignidad atraviesa la cuestión del destino, entonces, lo que corresponde a la vida digna es una digna muerte; de modo que, lo que resta para sopesar la muerte natural es un adecuado funeral como rito de paso: “I lay him down on a pyre, a burial worthy a King and as I lie down by his side, I hear the weaving Norns sing” [Le coloco sobre una pira, un entierro digno de un rey y al recostarme a su lado, oigo el cantar de las Nornas al tejer].
Este fragmento da nuevos biseles a la causa por la que el niño se encontrase en el barco a tan corta edad, desmontando la teoría del rito de adolescencia que ha sido acelerado pues al ser declarado el último de los parientes genera la impresión de que se trata de una huida, en la que se ha dejado atrás a un pueblo en destrucción; también, porque se conocen ritos de adolescencia que permiten exponer la valentía de otras maneras (la cacería, la supervivencia, etc.). De todos modos, el asunto de la dignidad y el destino como definitiva en la vida y en la muerte se mantiene sólido.
Finalmente, para resaltar la aparición de la muerte el primer fragmento de la canción describe el invierno que cubre la situación; una característica de Niflheim, el reino de la perpetua niebla cuya instancia más profunda es Hellheim:I feel a chill in my heart like lingering winter cold; I and my son are torn apart, he was just 6 winters old” [Siento un frío en mi corazón como un persistente frío invernal; mi hijo y yo estamos separados, él sólo tenía 6 inviernos de edad]. Según la tradición, la separación entre la vida y la muerte se trazaría en el paso a Niflheim hacia Hellheim.

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