martes, 12 de mayo de 2020

Análisis filosófico de “A quien engañas abuelo”

Por: Alexis Garzón

Inicio por comentar lo que me llevo a realizar el presente ejercicio sobre esta canción y no otra, para empezar tuve la incertidumbre de que sería lo filosófico de una canción, si con esto estamos hablando de una pieza sonora que en sus letras exprese explícitamente relación o contenido de una corriente filosófica particular, o porque albergue una profundidad en sus planteamientos y más bien en virtud del nivel de disertación sobre un tema se le ponga el apellido de canción filosófica. Me parece que las anteriores son formas muy licitas de plantear el ejercicio, sin embargo aquí me inclino en otra dirección, teniendo en cuenta el marco de acción de cualquier reflexión por más metafísica que sea remite a la vida, a cierta cotidianidad expresable de un modo más ajeno, así como lo hemos visto con los textos que hemos leído en el curso, en ese orden de ideas planteo una rarefacción de la canción en cuestión, que lamentablemente bien cotidiana si fue (o es de un nuevo modo) para la sangrienta historia de este país, espero no sobrepasar con palabrerías lo que la canción nos podría indicar en su aspecto analizable. 
Ya sobre la clase de la canción, tenía la intención de especular acerca del propio formato de una canción como tema filosófico, es decir, si más allá de las letras puede haber alguna temática que nos dé pie para la reflexión (soltando hipótesis; la potencia rítmica con la que se hace el metal y una relación con la violencia, o el punk con su falta de arreglos rigurosos y la decadencia social) así podría tener el bambuco o esta categorizada música colombiana hoy por hoy una relación con la memoria como tema de reflexión, una memoria colectiva o patrimonial que aguarda entre otras cosas melancolía y nostalgia, no sé qué tan descarriada pueda ser esta especulación de un trato filosófico. Sin embargo, justamente como relación con la memoria, traía a colación esta canción escrita por Arnulfo Briceño e interpretada por el dueto Silva y Villalba, que quizá los que leen esto pudieron o no haber escuchado en alguna ocasión, pero muy seguramente padres o abuelos la pudieron apreciar con mayor cercanía.
Antes de hacer esto yo la había escuchado solo dos veces, y quizá por el título pensé que hablaba de algún tema familiar, lección de vida o por el estilo, ahora encuentro que su tema es una narrativa histórica del conflicto armado en Colombia, específicamente de la época de la violencia bipartidista, dicho esto el análisis que pretendo llevar a cabo toma elementos de la concepción de Giorgo Agamben sobre la nuda vida: la vida a quien cualquiera puede dar muerte pero que es a la vez insacrificable del homo sacer. Así pues, partiendo desde la distinción de la vida natural y la vida capaz de existencia política, encontramos que la vida natural se integra al cálculo de la política y los mecanismos del poder estatal y sin embargo se excluye de participación alguna, se le integra en cuanto presta utilidad y ocupa espacio en las ecuaciones de las ciencias políticas, pero no interesa su expresión, simplemente es un ser capaz de reproducirse y producir, con la virtud de ser eventualmente asesinado impunemente sin cobrar relevancia, encarnando la vida nuda, como las muchas personas que lejos de ser sujetos políticos fueron torturadas, acribilladas, asesinadas y sus cuerpos desaparecidos por volquetadas durante el denominado periodo de la violencia, no se conoce el número de cuantas fueron las víctimas, tampoco es adecuado tratarlas como cifras, se sabe que “a unos los matan por godos, a otros por liberales”.

Por otro lado, también se atisba que la vida natural como objeto de las estrategias políticas establece una estrecha relación con la ideología, “Aparecen en elecciones unos que llaman caudillos. Que andan prometiendo escuelas y puentes donde no hay ríos. Y al alma del campesino llega el color partidiso. Entonces aprende a odiar hasta quien fue su buen vecino” Siendo así que aquellos que ostentan el poder, deforman la realidad según sus propios intereses y cálculos, establecen ideales que alcanzar, crean categorías de lo bueno y lo malo, el enemigo y amigo, coaptando la identidad del oyente del discurso que comúnmente esta se alinea al control externo, sirviendo a las imaginerías del poder político donde ellos mismos-las vidas naturales-están excluidos, pero apropiando la ideología a tal punto de contribuir con un despliegue de violencia y crueldad, que se imbricaban en una visión estética de sus atrocidades como los “cortes” de corbata, franela entre otras varias formas de tortura propias del argot colombiano, que comúnmente no eran producto de una planeación sistemática o una ejecución especifica de alguna organización nombrable como sicarial o paramilitar. La cuestión que estoy apuntando es la magnitud de la distorsión de estas estrategias políticas e ideológicas, que a partir de colores suscito un desarrollo de odios y asesinatos entre quienes tienes más en común que en contra, estos sin llegar nunca a ningún puesto o acción relevante en el control político y cuyas muertes no tiene mayor repercusión que como un episodio oscuro y borroso de la honorable historia patria.

1 comentario:

  1. Mi hermano, tremenda canción que ha compartido. Le confieso que a mi esta discografía de Silva y Villalba me llega al corazón con mucha nostalgia. Por un lado me hace recordar mi corta infancia en el campo, a la historia de mi familia y a las clases de mi profesor de Sociales en el colegio. No había escuchado a fondo esta canción y la he anotado a mi lista, muchas gracias.

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