Hecho por: William Palacios.
Mas allá de cualquier interés que durante mi vida se
presentase hay detrás una preocupación que es el fundamento de casi cualquier
decisión que tome: ¿de qué modo vivir? Mi acercamiento a la filosofía en gran
parte es un intento de responder a esa pregunta. Ese intento, aunque con
resultados infructuosos en algunos ámbitos de mi vida, en otros ha sido muy
enriquecedor. Gracias a eso he podido percatarme de algo: la manera en la que
yo decido vivir está muy influenciada por mi capacidad de adentrarme en lo
desconocido. Cuando pienso en esto me es casi obligatorio delimitar de mejor
manera lo que quiero decir. La canción Perro de calle me ha ayudado un
poco en esta labor. Hay dos ideas que me han surgido en las innumerables veces que
he escuchado la canción. La primera es sencilla: mi modo de vida debe seguir el
camino arduo, difícil y complicado; si llegara a tomar un camino expedito y
claro la rutina me agobiaría. Debo aclarar que lo que quiero decir es que deseo
que mi vida se caracterice por ser un camino digno de andar, uno en el que,
durante la travesía, me encuentre con obstáculos que me permitan de mejor
manera conocerme y conocer mi alrededor. El perro sin hogar es una excelente
imagen: no posee dueño, no hay dios que vele por él, pero, a pesar de todo eso,
sigue su instintiva vida. La mía, si quisiera darle un matiz original, sería la
de un perro reflexivo sin hogar (¿acaso no hay en la filosofía ese espíritu cínico
de ser-en-la-travesía). La segunda: una gran metáfora para adentrarme al mundo
de lo desconocido es el mar. Pero, a pesar de que el perro vague entre tantos
obstáculos, llegará un momento en el que se topará con uno inquebrantable: el
mar, lo totalmente desconocido. El movimiento cínico, aunque sin dios ni dueño,
aún está enraizado en un lugar terrenal. La diferencia entre un perro sin hogar
y uno con casa propia es el lugar en el que se encuentra: el segundo está en el
centro, todo está a la mano; el primero está en los límites, debe conseguir
tanto las herramientas necesarias para adentrarse más allá de lo conocido como
de encontrar el valor necesario para seguir en la travesía. Ese momento previo
de reflexión en el límite siempre es el silencio. La filosofía se ha convertido
en ese momento previo. Ella, más que una compañera, es la señal que me muestra
que siempre hay algo más, que lo importante no es medir la vida por éxitos o
por fracasos, sino por los intentos porque siempre es mejor caer que no
intentar volar.
Posdata: me gusta pensar que esta canción puede verse como
una primera parte, la segunda parte es otra canción cuyo nombre de nuevo me
incita a pensar en los cínicos, en los perros sin hogar: perro triste.
Hola ¿cómo has estado en este encierro? Te escribo porque me llama mucho la atención tu análisis sobre perro de la calle, como una manera de posicionarse en la vida, una perspectiva que te ha permitido enriquecerse desde tu formación en filosofía. Me llama la atención porque es algo muy recurrente en mi, no del mismo modo, pero si he sentido este camino como una forma de aprender a separarme de muchas cosas y reflexionar detenidamente,creo que el saber es para vivir bien y este análisis es muestra de ello (la primera parte).
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