Análisis filosófico de "El Son del Tren" Fruko y sus Tesos.
En la canción se habla de un tren que hace analogía a la vida humana, que como en nuestras obligaciones también tiene proyectos: Cargar los alimentos hacia el mercado. Pero, al igual que en la angustia heideggeriana, el tren se encuentra entre una disimetría con su entorno y consigo mismo, como se nota en la parte "Son del tren del camino que ha perdido su destino" que hace analogía al sinsentido de la existencia, el estado humano que olvida los motivos por los cuales sigue viviendo, y aunque siga existiendo, siga andando, y diga que su vida es "ardiente y gozosa" realmente se encuentra sumido en un limbo, precisamente la disimetría se encuentra en decirse a sí mismo que "busca su destino" que "no se detiene" a fin de cuentas, lo que Heidegger consideraba que hacía el humano, o el "Dasein", ante la falta de significatividad de la vida, a saber, abrirse un horizonte de sentido desde sí mismo, pero en realidad se encuentra en un momento del sinsentido donde lo único que contempla es la posibilidad de que las cosas cambien.
Es vuelve entonces la vida una carga, se vuelve un "Soy viajero que lleva a la espalda su condena" ¿por qué el sinsentido de la existencia puede llegar a ser una condena? porque como la célebre frase atribuida a Dante "No hay dolor mayor que recordar los tiempos felices durante la miseria", la vida se vuelve una carga en tanto que nuestra propia existencia no tiene ninguna armonía y unidad, el sentido que se construye entre el sujeto y el mundo desaparece, como dice la canción "Son de la vida dura sin esperanza ninguna" se encuentra el sujeto ante lo indeterminado, la negación, en la angustia heideggeriana que el autor define como "la disposición fundamental que nos coloca ante la nada".
¿Y que nos queda entonces? En Heidegger nos queda una salida, que se encuentra en la misma enfermedad, y es en entenderla, entenderla como un "llamado hacia sí mismo para el cambio"
un llamado a la consideración de las posibilidades de ser en nuestras ocupaciones, a la necesidad de parar y pensar sobre nosotros mismos. Y en Fruko, nos queda una obra original, un himno de la monotonía, la belleza de bailarse incluso el sinsentido de la vida.
Juan Camilo Rios Espitia
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