jueves, 1 de octubre de 2020

Análisis filosófico de "Sin medir distancias - Diomedes Diaz"

 



Por: Felipe Castro García 

Sin medir Distancias

Quise tomar esta canción, este ritmo, este autor, frente a muchos otros que se pasaron por mi mente al momento de elegir “una canción filosófica”. Por mi mente pasó Bowie, Spinetta, Sabina, Silvio Rodríguez, Led Zeppelin, Beatles, Pink Floyd, Robert Jonhson, Aretha Franklin, Rubén Blades, entre otros.

Sin embargo, la filosofía esta en todo lugar y en todos los ritmos, en este caso de la voz de Diomedes Diaz y del puño y letra de Gustavo Gutiérrez, ambos nacidos en el departamento del Cesar, quienes seguramente no tuvieron un bagaje cultural como lo tiene Silvio Rodríguez o lo tuvo “el flaco” Spinetta. Quienes no nacieron en grandes ciudades intelectuales, como la Habana o Buenos Aires,

Subrayo este punto, no en modo de idolatría, sino como demostración, de que no se necesita haber leído a x o y autor para identificar y hablar sobre un tema filosófico, para hacer filosofía solo basta con vivir. Y considero yo, que de esas vivencias nace la canción que comparto hoy.

Esta canción tiene tintes existenciales, éticos y profundamente amorosos, pues parte desde el desamor, del auxilio por querer estar solo, ajeno a toda realidad, eterno y fuera de este mundo

“Quisiera volar muy lejos, muy lejos, sin rumbo fijo

Buscar un lugar del mundo sin odios, vivir tranquilo”

Un lugar del mundo sin odios es claramente una utopía, ya que quizás no exista ese lugar; esto es algo que el autor sabe, por tanto, el rumbo no esta definido, mas bien es un viaje eterno hacia la búsqueda de ese lugar. Lugar que no es un lugar físico, sino más bien, un estado del alma, la felicidad y el goce eterno.

Eliminar las tristezas, la mentira y las traiciones,

No importa que nunca encuentre el corazón, lo que ha buscado de verdad,

No importa el tiempo, que ya es muy corto en las largas ansias del vivir,

Cualquier minuto de placer, será sentido en realidad,

Si lleno el alma, si lleno el alma, de eternidad.”

No importa el tiempo en que vivamos, ni con que propósito vivamos, de todos modos, la vida es corta e impredecible. Y en esta vida, cualquier momento placentero o feliz, es realmente el verdadero vivir, aunque paradójicamente, sea la tristeza lo que nos mueve hacia la búsqueda de esta felicidad.

Y es que es precisamente la tristeza lo que nos impulsa a ese viaje; que se narra desde el inicio de la canción.

la herida que siempre llevo en el alma no cicatriza,

inevitable me mata la pena; que es infinita, 

quisiera volar muy lejos (…)

En este caso aquella perdida, es un amor, que se fue para no volver. y ante todas estas interpretaciones y verdades inspiradoras dadas por ese desamor, la canción termina con estos bellos versos que denotan una verdad inminente, que todo lo que nació, debe morir, ya sea un amor, una vida, una idea, una canción…

llego la hora de partir, sin medir distancias

Y ni sombra quedará de aquel amor…”

Considero a esta canción como una canción filosófica, aunque no nombre a ningún filosofo, ni su letra se pueda adherir a una corriente u autor. Su profundidad esta en las interpretaciones que podemos hacer de su letra, y su valor está por la cantidad de profundidad que llega a tocar, lo que en un principio es una simple canción de despecho.

Pero no en vano sirve para preguntarnos si verdaderamente exista ese lugar sin odios, sin engaños. Nos cuestiona sobre el amor, ¿para qué amar, si al final todo resulta en olvido? Sin duda, una canción que no solo ha sido música de fondo de "tusas" y borracheras, sino también, una letra hermosa donde más de una sabia palabra se esconde.


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