Durante
nuestra existencia, nos bombardeamos de preguntas filosóficas que, si bien
muchos la consideran triviales y de poca importancia, tienen un gran peso que
pueden inclinar la balanza del rumbo de nuestras vidas.
Preguntas como: ¿Quién soy?, ¿cuál
es mi destino?, ¿tengo destino?, ¿qué es lo que debo hacer para alcanzar esa
plenitud que exige mi alma?, ¿dónde está la felicidad? Y muchas preguntas más.
Estas preguntas, fácilmente, pueden
resultar en libros extensos que tratarían de responderlas desde diferentes perspectivas,
pero, aunque tengamos todas estas soluciones en la palma de la mano, no siempre
estaremos totalmente convencidos de dichas respuestas. El humano está en una
constante búsqueda de sí mismo, de encontrar su finalidad, su esencia. Incluso
cuando considera que no hay una esencia, una finalidad, para llegar a esta
conclusión atravesó también por las preguntas anteriores, demostrando que, en
algún momento tuvimos dichas inquietudes acerca de nosotros.
En Cello Suite No. 1 in G Major, Prélude,
compuesto por Johann Sebastian Bach, podemos apreciar desde una sonoridad esta
preocupación filosófica que los humanos compartimos. Puedo reconocer cuatro momentos
en la obra que me permiten relacionarlo con el comportamiento humano descrito
con anterioridad. Primero, Nuestro reconocimiento como humanos. Segundo, El
nacimiento y crecimiento de las preocupaciones en torno al ser humano. Tercero,
la búsqueda de dar sentido a nuestra existencia. Y, por último, el hallazgo de
ese sentido. Esta obra, desde mi punto de vista, es una muestra clara de la sed
de encontrar un horizonte por el cual guiarnos.
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