lunes, 24 de abril de 2023

Adiós a la vida (1980)

    

ADIÓS A LA VIDA

Dario Gómez






«La muerte es el sin respuesta».

Emmanuel Lévinas
Dios, la muerte y el tiempo



    ¿Qué sucede después de la muerte? ¿Qué es la muerte? ¿Qué significa morir? Estos y otros tantos interrogantes han girado alrededor de nuestra protagonista. Ahora bien, si la muerte representa un tema filosófico, lo hace solo en la medida en que encarna una pregunta fundamental sobre la existencia, la conciencia y lo finito. Esto con el agregado de que la pregunta por la muerte socava, a su vez, el sentido de la vida, ya que si nacemos para morir, entonces, ¿por qué o para qué estamos aquí? 

    Existe una amplia variedad de canciones que versan sobre la muerte, sin embargo, la que aquí me propongo analizar lleva por título Adiós a la vida, la cual fue elaborada por el cantante y compositor colombiano Dario Gómez, también conocido como «El Rey del Despecho». Así pues, y como ya se señaló líneas arriba, el tema filosófico que encarna esta canción gira en torno a la muerte y cuyo interrogante ha sido debatido y reflexionado por numerosos pensadores: desde las doctrinas presocráticas hasta nuestros días.

    En este orden de ideas, y adentrándome en el análisis de la letra de la canción, debo traer a colación una frase de Epicuro, la cual versa de la siguiente manera: «La muerte es una quimera, pues cuando yo estoy, ella no está; y cuando ella está, yo no». Esto para decir que la muerte es siempre la muerte de los otros, o en palabras de Lévinas, «… todo lo que podamos afirmar y pensar sobre la muerte y el morir, con su plazo inevitable, nos llega de segunda mano. Lo sabemos de oídas o por conocimiento empírico» (2005, p. 19). Así pues, mi experiencia de la muerte es una experiencia que no es experiencia, es decir, vivo la muerte de los otros, porque cuando llegue la mía no la podré experimentar debido a mi falta de consciencia. Estaré muerto sin saber que he muerto, pues solo muero para los demás. Es por este motivo que las canciones que hablan sobre la muerte suelen ser una dedicatoria para los otros y una proyección de lo que debería ser su comportamiento durante el entierro o el velorio. Darío, al inicio de su canción, dice: «Aquellos que me querían, mirarán con desconsuelo mi palidez cristalina. Mi cuerpo frío y yerto. Yo encabezaré la fila camino para el cementerio» y aunque él les pide que: «El día que yo me muera […], si alguno siente tristeza, que haga un silencio bonito», resulta imposible moldear la vivencia de la muerte, pues a pesar de que esta no es más que un paso o una partida, no obstante es también «… una fuente de emociones que se opone a cualquier esfuerzo consolador» (Lévinas, 2005, p. 20).

    En resumen, «cuando imaginas tu propio funeral, no imaginas la imposible situación de estar presente en él: imaginas cómo lo verían otros ojos» (Nagel, 1995, p. 72). Pues no podemos sentirnos muertos, ya que no hay ninguna experiencia que sea asimilable. Y si pensamos la muerte la pensamos como un cese de actividad, de potenciales posibilidades de realización, en fin, la pensamos como un olvido que seremos y un sufrimiento que dejamos: «Y cuando llegue el momento, en que la tierra me trague. Yo sentiré los lamentos: tierra y flores en mi carne. Y hasta gritaré en silencio cuando empiecen a dejarme». 





Autor: Elkin Ruiz


Bibliografía

Lévinas, E. (2005). Dios, la muerte y el tiempo. (M. Rodríguez, Trad.) Madrid: Cátedra.
Nagel, T. (1995). ¿Qué significa todo esto? Una brevísima introducción a la filosofía. (A. Monte longo, Trad.) México: FDCE.

 

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